El kirchnerismo es una mafia apostada en el poder. El populismo es un error persistente en la democracia. La "democracia" es sólo un sistema electivo, no un sistema de Gobierno. La república es, y debe ser: el imperio de la ley.
Cuando un gobierno procura saltearse las reglas, o evadir los controles de transparencia en la gestión, debería llamarse: corrupto. Pero cuando un gobierno procura todo el tiempo modificar las reglas y las leyes mediante vericuetos leguleyos, el "látigo y la caja" o la coacción y la manipulación política, inclinando la cancha todo el tiempo en su beneficio y en perjuicio de los gobernados, debería llamarse: mafia.
El kirchnerismo ha logrado institucionalizar la pobreza, la ignorancia y la mediocridad mediante la utilización de los recursos públicos y el poder del Estado, favoreciendo de ese modo su permanencia en los diferentes estamentos de la república y su reelección en diferentes cargos a nivel municipal, provincial y nacional, lo cual debe llamarse: populismo.
Transcurridos casi 20 años desde la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia, y en vista de su posterior radicalización en manos de Cristina Kirchner, el "Patria" y La Cámpora, podría describirse al kirchnerismo como una mafia haciendo permanente uso y abuso del poder del Estado, ejerciendo un Gobierno populista y corrupto.
Mafia es todo grupo organizado para subvertir el orden institucional, que actúa siempre en su propio beneficio y lo hace a cualquier costo. Desde hace tiempo, el kirchnerismo elige desconocer las reglas básicas de convivencia que se desprenden del sistema de instituciones occidentales entendido como Gobierno de la Ley. Crean sus propias leyes -ya sea por fuera, por encima o en contra del propio sistema institucional; mismo que desprecian, aborrecen y pretenden modificar en cada uno de sus actos.
Una mafia que actúa dentro del sistema cual troyano, como lo hace el kirchnerismo, haciendo uso además de todos los recursos populistas conocidos como "pan y circo" en la historia de la humanidad, representa la mayor de las paradojas del denominado "sistema democrático"; no así del sistema republicano.
El error persistente, que viene afectando y degradando a los sistemas republicanos latinoamericanos durante los últimos 30 años, es precisamente el sistema electivo "democrático". Un sistema falaz que ha permitido a los gobiernos populistas hacer uso y abuso de los recursos públicos para la compra de voluntades, obteniendo así el apoyo de miles o millones de personas que, lejos de ganar su dinero honestamente mediante el esfuerzo del trabajo, lo obtienen a través de dádivas y planes políticos, afectando a la postre los resultados electivos, favoreciendo siempre a los peores de la política.
No faltará quien, analizando superficialmente el texto, tergiverse lo mencionado y pretenda acusar al autor de "antidemocrático". Tal es la falacia que impide sanear o modificar el sistema electivo.
Para evitar la falacia del "antidemocratismo", hay que aprender a separar entre el sistema democrático (electivo) y el sistema de república del "rule of law", o gobiernos respetuosos del "imperio de la ley". Es precisamente éste último sistema, llamado republicano, el que termina siendo atacado por los gobiernos populistas. No podría ser de otro modo, cuando los populistas llegan al poder, se mantienen y eternizan aprovechándose de un sistema electivo falaz, que es vulgarmente llamado "democrático".
Hasta que no cambie el sistema electivo, las repúblicas liberales -del rule of law- seguirán siendo vulneradas eventualmente por tiranos que se dicen demócratas, por mafias internas que pretenden modificar el sistema republicano a su beneficio, o por la novedad de los últimos años que son los outsiders "anti-sistema" -de la cual aún no tenemos certezas del resultado final-. ¡Que la república nos salve de todos ellos!...
La república, de hecho, parece gritar y exigir cambios, o mejoras, en el sistema electivo. No estaría mal una propuesta firme para eliminar la denominación de "democrático" a todo sistema de gobierno basado en la Ley, para que sea llamado: republicano. Que sean elaboradas y sancionadas leyes tendientes a evitar el uso de los recursos del Estado para retroalimentar actitudes o actividades populistas, para que nunca más existan tiranos, mafias u outsiders antisistema como oferta gobernante.
Los tiranos, populistas, izquierdistas, antiliberales y antirepublicanos apuestan siempre por el anti-concepto: cambian las palabras y los términos, pretendiendo cambiar de ese modo los conceptos en la mente de las personas, para finalmente obtener cambios en la realidad. Por fortuna no siempre logran sus objetivos.
Es necesario llamar a las cosas por su nombre para iniciar un cambio trascendente y verdadero: comencemos a llamarle república, o "republicano", al sistema de Gobierno. Debería enseñarse a los jóvenes, desde la primaria, el verdadero significado del Rule of Law, el imperio de la Ley o el "Estado de Derecho".
La "democracia" no es un sistema de gobierno; es sólo un sistema electivo -elemental e ineficiente- que incluso debería ser mejorado, para que nunca más exista el populismo y jamás vuelva a tratarse a los ciudadanos en forma desigual frente a la Ley.