La noticia de la ausencia de la albiceleste en el Mundial de baloncesto de 2023 ha sido un auténtico varapalo para los aficionados argentinos y hasta los devotos del básquet en todo el mundo, que asistieron con estupor a la sorpresiva derrota en casa ante la República Dominicana que cerraba las puertas de la gran cita, en un desenlace que vaticinaron muy pocas apuestas deportivas en Argentina por la diferencia de nivel sobre el papel de los dos equipos.
Esta será la primera vez que el equipo se ausentará desde 1982 del gran torneo de selecciones de baloncesto, con permiso de los Juegos Olímpicos. En lo que supone un golpe especialmente doloroso teniendo en cuenta que la selección es la actual subcampeona mundial.
Por no irnos al palmarés histórico, donde Argentina brilla como la única selección de todo el continente que puede presumir de una quíntuple corona, como campeona olímpica, del mundo, de América, panamericana y de la copa de las Confederaciones de la FIBA.
Una laureada historia que tuvo su cenit de brillantez en la conquista de la medalla de oro en los Juegos de Atenas 2004, tras derrotar a Italia en la final, y la todopoderosa selección estadounidense en la semifinal, en lo que supuso una auténtica gesta en los anales del deporte.
Motivos de la eliminación de la selección argentina de básquet
Nadie hubiera apostado por esa posibilidad, aunque, a la hora de identificar causas de la debacle pueden aparecer muchas, pero una primera evidente sería las dificultad para el relevo generacional de unos increíbles jugadores como los que protagonizaron y prolongaron la edad dorada del baloncesto argentino.
Así, toda vez que las últimas grandes estrellas que emergieron como Facundo Campazzo y Nicolás Laprovittola ya empiezan a divisar el crepúsculo de su carrera, no parece que los que vienen por detrás pateen la puerta para entrar con la misma fuerza.
Esto puede obedecer a múltiples motivos, empezando porque el deseo de ser jugador de baloncesto en Argentina ya no prenda en los jóvenes, un fenómeno para el que han jugado su papel los múltiples problemas de la Liga Nacional de Básquet, que de acuerdo a muchos especialistas experimenta un claro declive desde hace al menos una década, cuando se decidió suspender los descensos con el consiguiente detrimento de la competitividad.
Además, esto abocó a calendarios más cargados que se extendían con partidos entre semana en canchas semivacías, lo que fue apagando el calor de una competición que como todas necesita el fuego de la hinchada.
Asimismo, la devaluación del peso ha provocado que a los clubes les resulte muy difícil contratar a grandes jugadores internacionales, lo que también va en detrimento del nivel general de los equipos, y a peor nivel menor competitividad que a la larga se traduce en una merma de calidad que repercute en los jóvenes talentos nacionales en formación.
Perspectivas de futuro
Según los expertos sería necesaria una profunda reorganización de la Liga Nacional de Básquet para solventar sus fallas estructurales y organizativas, siguiendo un planteamiento de trabajo a largo plazo como el que hicieron los pumas en el rugby, y que tantos frutos está rindiendo, sin renunciar además a algunas de las mejores esencias del amateurismo.
Con una transformación profunda del modelo, la ausencia del equipo en el Mundial de Baloncesto 2023 puede ser un punto de inflexión, que trace una nueva ruta para que Argentina pueda entrar de nuevo en el olimpo del básquet.