Este 6 de Julio se cumplen 138 años de la creación del Partido de Campana, cuando en 1885 se declara la autonomía política del partido de Exaltación de la Cruz.
En 10 años, los hermanos Luis y Eduardo Costa habían logrado transformar una estancia dedicada a la explotación de ovejas y plantaciones de alfalfa en un pueblo pujante, con un trazado moderno, conectado a través del ferrocarril con Buenos Aires, con un frigorífico preparado para exportar toneladas de carne congelada, siendo el primero en Sudamérica en su tipo; con fábricas de cerámicas, una destilería de alcohol, una fábrica de ácido sulfúrico y un molino harinero.
Quien en 1870 hubiera pasado por Campana se habría encontrado con una estancia muy moderna, tecnificada para la época y un puerto de interesantes dimensiones y profundidad. Solo quince años después, hubiera encontrado en ese mismo sitio un poblado con varios centenares de familias viviendo y trabajando, barcos ingleses cargando la producción del frigorífico, un tren esperando en la estación para partir, inmigrantes hablando en varios idiomas y sobre todo, prosperidad. No hubiera salido de su asombro.
A Campana le tocó vivir varios procesos de cambios muy dinámicos y la mayoría de ellos la fueron llevando un escalón más arriba, lo que comúnmente denominamos “progreso", que atrajo a muchísima gente de otros puntos del país (y también a extranjeros) a radicarse en ella.
Pareciera que su esencia está asociada al cambio, la adaptación y el desafío; enfrentando proyectos y metas que a primera vista parecieron increíbles y que pocos años después estuvieron allí formando parte de la comunidad.
Un ejemplo de esto fue la instalación de la destilería de petróleo en 1906 por el austríaco Emilio Schiffner, frente a las costas del Paraná, convirtiéndose en la primer refinería de kerosene y nafta de Sudamérica. Luego que en 1911 pasará a ser la West India Oil Company, en 1917 produciría el 95% del kerosene consumido en el país y el 80% de la nafta a tan solo 11 años de haberse inaugurado.
Contagiado por el progreso, un gallego testarudo que trabajaba 12 horas en los talleres del ferrocarril y que tenía 13 hijos, tomó la iniciativa y dedicó 4 años de su vida (entre 1903 y 1907) para llevar adelante el sueño de construir un automóvil, utilizando piezas realizadas por sus propias manos, utilizando un torno también de su autoría. Don Manuel Iglesias hizo en su casa de la calle Colón el primer automóvil artesanal argentino, teniendo que derribar el tapial del vecino para poder hacerlo rodar por las calles de Campana.
Su invento asombró a todos los vecinos de la época, quienes le impusieron el nombre de “El mataperros", ya que el rugido de su motor enfrentaba a los canes que salían a torear al bólido de ruedas de madera.
La ciudad también vivió momentos de retroceso, de zozobra y depresión: En 1924 se produjo un incendió en el frigorífico, lo que marcaría el principio de su cierre definitivo ocurrido en 1926. Pocos años después se produce el traslado de los talleres ferroviarios a la ciudad de Rosario y más tarde la gran explosión de la destilería de 1934... En menos de diez años la ciudad vivió la pérdida de miles de puestos de trabajo y una catástrofe única que, aunque no generó el cierre de la destilería, si produjo pérdidas humanas, heridos y daños materiales.
En ese marco la ciudad experimentó un éxodo del 40 por ciento de su población por falta de empleo, el cierre de gran parte de sus comercios, mientras que a las desgracias propias se sumaba la gran depresión económica mundial, producto del crack de los mercados, que afectaba la economía también de toda la Argentina.
Debieron pasar más de 20 años para el renacimiento de Campana, pero sucedió otra vez. El primer esbozo de recuperación fue la instalación de la empresa militar Tolueno Sintético, en 1948; para que solo un año después ocurriera la llegada de un proyecto de un ingeniero italiano que había liderado el desarrollo industrial de su país, sobre todo el de la industria siderúrgica. Decididó a emigrar de Europa para recorrer América Latina en busca de negocios, no solo encontró en Argentina el lugar propicio para el desarrollo de su nueva empresa que había conformado con su hermano, cuñados y expertos colaboradores; sino que eligió a Campana para llevar adelante la instalación de dos plantas industriales: Cometarsa y Dalmine SAFTA. Asi, de la mano de Techint, Agustín Rocca desembarcó en Campana en 1949 con el propósito de replicar la fábrica de tubos sin costura que existía en Bérgamo.
Para 1954 se había laminado el primer tubo de acero en Campana y la ciudad tuvo un repentino salto hacia el progreso, que la hizo recuperar miles de puestos de trabajo. También comenzaron a instalarse nuevas empresas, muchas de ellas Pymes, que darían servicios industriales.
Además para 1960 la destilería sumaría unidades de destilación atmosférica y de vacío, de craqueo catalítico, de coqueo retardado de reformación de naftas y de elaboración de solventes, otorgándole una alta capacidad de producción. Había necesitado 11 años la ciudad para recuperar aquel espíritu industrial que había perdido y con él retomó también su crecimiento poblacional.
El sector industrial siguió su desarrollo de la mano de la Petroquímica, diversas ampliaciones en la fábrica de tubos y varios otros rubros como logística, metal mecánica, etc.
Campana había crecido demográficamente de manera un tanto desordenada, sobrepasando el limite natural que imponía la ruta nacional 9, en los barrios orbitales de la ciudad; que si bien la mayoría ya existían, eran casas salpicadas en amplios terrenos desolados. Por el contrario, a partir de los años 70 y 80 estas zonas comenzaron a poblarse, en un primer momento incentivados por planes de viviendas gubernamentales, pero luego al ritmo más de la necesidad que del urbanismo. Fue un cambio muy interesante, porque la demanda habitacional ya no solo buscaba el radio céntrico, que también se expandía rápidamente, sino que ahora había un nuevo mercado inmobiliario al alcance del trabajador que estaba a unos kilómetros de la plaza Eduardo Costa.
Este fenómeno nuevo fue realmente transformador de la ciudad, primero porque fue necesario implementar servicios esenciales: energía eléctrica, iluminación pública, recolección de residuos, escuelas y también centros primarios de salud. Hay que destacar la importancia del servicio de transporte público, sobre todo el de la empresa 501, porque fue fundamental para posibilitar esta expansión de los límites de Campana.
Mientras esto sucedía, y aunque la oferta educativa en Campana fue siempre de muy buena calidad casi desde los mismos inicios de la ciudad; el incremento de la matrícula primaria y secundaria, la necesidad de formación técnica y la apertura de dos universidades (la UTN y la UNLu), marcaron un cambio de paradigma.
En tanto que en cada barrio comenzó a funcionar un jardín de infantes y una escuela primaria y surgieron ofertas educativas privadas, en la otra punta, la oferta educativa universitaria (que hasta esos momentos era habitual encontrar en Capital Federal) pudo canalizarse en la ciudad, que además ubicó a Campana como polo educativo regional. Por otro lado la antigua Escuela Profesional de Oficios se reconvirtió en la Escuela Técnica Nro. 1 Luciano Reyes, con nuevas instalaciones del otro lado de la vía del tren en cercanías de Cometarsa.
Para mediados de los 90 el límite céntrico de Campana era completamente otro, muy parecido al actual, pero increíblemente todavía existían calles de tierra, zanjas, falta de cloacas y la iluminación pública era deficiente en muchos sectores urbanos. Para ese entonces el gobierno del recientemente asumido Jorge Varela llevó adelante un programa para revertir esto, replanteando los escurrimientos de los desagües pluviales y ampliándolos, pavimentando casi todo el casco céntrico y expandiendo la red cloacal y del agua corriente. En menos de diez años se realizaron cambios importantes en ese último cordón cercano a la Panamericana y se gestionó una obra muy importante que fue la planta de tratamiento cloacales detrás de donde ahora está el barrio Federal, pensada en el potencial de expansión de toda esa franja de tierra que hoy se encuentra altamente poblada. Para ese entonces se encontraba ya habitado el barrio Siderca por delante del barrio Don Francisco, casi uniéndose al Barrio Ariel del Plata; por lo que era lógico que fuera esta zona la que se poblaría más temprano que tarde. De hecho el barrio Santa Florentina estaba ya en construcción y luego le siguieron el Héroes de Malvinas y Federal; complementándose más tarde con la relocalización de la Escuela 13 y la apertura de la Escuela Técnica Nro. 2 Juana Arzurduy.
También se desarrollaron nuevos y coquetos barrios cerrados sobre los márgenes de la Ruta 4, camino a Los Cardales, acompañando el movimiento inmobiliario de la época. El crecimiento poblacional en esa franja fue exponencial y, si bien las cifras son estimativas, hoy unas 15 mil personas ya están radicadas allí. Muchos de estos habitantes son antiguos vecinos del centro de la ciudad, que se mudaron para mejorar su calidad de vida, con un contacto más directo con la naturaleza; también en la búsqueda de cierta exclusividad y, además, con el anhelo de un entorno de mayor seguridad.
La primer década del nuevo siglo, a pesar de las dificultades económicas generales del país, encontró a Campana bien parada pero bastante descuidada; sobre todo en ese sector de los barrios suburbanos que habían crecido de manera desordenada y sufrieron más que otros sectores la falta de mejoras, porque además siguieron repoblándose de manera muy activa; sobre todo por ser sectores más económicos dentro de la oferta inmobiliaria local que siempre fue un tanto elevada.
Hay que destacar que a partir de 2015, con la llegada al gobierno de Sebastián Abella, comienzan a realizarse obras de infraestructura en la mayoría de estos barrios populares de Campana: Pavimentación de calles, sobre todo las troncales por donde se mueve el transporte; iluminación pública, mejoramiento de las plazas, ampliación de las conexiones cloacales y de agua corriente. A la vez comienzan a verse obras de embellecimiento en toda la ciudad: Los accesos, las avenidas, la remodelación de la emblemática Av. Rocca y el mejoramiento de los espacios públicos. La reformulación de la Nueva Costanera y la creación de la Plaza de las Carretas; marcan un circuito que, a mi manera de ver, va fortalecer el desarrollo comercial e inmobiliario de todo el bajo de la ciudad.
Creo que ésta transformación que está en curso tiene que ver con presentar una ciudad ordenada en todos sus rincones, concentrando la administración pública en espacios comunes, aprovechando al máximo los espacios públicos que estaban en desuso y embelleciendo la ciudad para el disfrute de sus habitantes pero también para incentivar la visita de foráneos, como circuito turístico de cercanía. Y si este es el objetivo buscado, creo que se está logrando con creces; ya que Campana es visitada los fines de semana por muchísima gente de otras ciudades, que se van con una muy buena imagen y lo reflejan en sus comentarios en redes sociales permanentemente.
No se si a todos les pasa lo mismo, a mi realmente me encanta como está Campana y me pone muy feliz ver a la gente disfrutarla.
Seguramente encontraremos en los próximos años nuevos desafíos, nuevas transformaciones que, respetando nuestro estilo, serán tan vertiginosas y profundas que marcarán un antes y un después en nuestra historia.
¿Estarán vinculadas al Parque Nacional Ciervo de los Pantanos?
¿Nos sorprenderá desde lo tecnológico y/o lo educativo?
¿Habrá un cambio de paradigma en el transporte público urbano y suburbano?
¿Ampliará su frontera al otro lado del río?
Difícil predecirlo, pero no me cabe duda que la esencia de nuestro pueblo está en el cambio, la innovación y el desarrollo; fue así desde el siglo XIX, ¿Por qué debería cambiar ahora?
¡¡¡Feliz cumpleaños Campana!!!