En una de sus parábolas Jesús preguntó, (Lucas 17:17) "¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están?". El Señor Jesús sanó a diez leprosos, pero solo volvió uno a darle las gracias, y ese era un samaritano menospreciado por los demás.
Una de las experiencias más valiosas que podemos tener en la vida es la de encontrar ingratitud, por que entonces podemos tener parte, aunque sea en un grado minúsculo, en las aflicciones de Dios.
Cuando damos generosamente y no se nos reconoce, podemos valorar más profundamente a aquel que dio a Su Amado Hijo por un mundo ingrato.
Cuando derramamos nuestra propia vida en un servicio incansable por los demás, nos unimos a Aquel que tomó el lugar de esclavo por una raza de ingratos.
La ingratitud es uno de los rasgos más desagradables del hombre caído.
Un cristiano misionero se encontró en el Amazonas con dos tribus primitivas en cuyo vocabulario, no existía palabra para dar "gracias". Si uno era bondadoso con ellos, le decían: "Es lo que quería" ó "Eso me será útil". Pero no tenían forma de agradecerlo, pues ni siquiera tenían la palabra equivalente a "gracias".
Una dedicada maestra de escuela, había dedicado su vida enseñando a 50 grupos de estudiantes. Cuando cumplió 80 años de edad, recibió una carta de uno de sus antiguos alumnos en la que le decía cuanto apreciaba su ayuda. Había enseñado durante 50 años y esta era la única muestra de agradecimiento que recibía.
Decimos que es bueno experimentar la ingratitud, porque esta nos proporciona un pálido reflejo de lo que Dios experimenta continuamente.
Otra razón, de por qué, ésta es una experiencia valiosa, es que nos enseña la importancia de que "nosotros", seamos agradecidos.
Con mucha frecuencia, nuestras peticiones a Dios, pesan más que nuestras acciones de gratitud. Damos muy por sentado Sus bendiciones, y demasiado a menudo, fallamos en expresar nuestro aprecio unos a otros por la hospitalidad, las enseñanzas, las provisiones e innumerables actos de bondad.
En realidad, esperamos estos favores casi como si los mereciéramos.
La lectura de "los diez leprosos" debe ser un constante recuerdo para nosotros. Pues mientras muchos tienen grandes razones para dar gracias a Dios, muy pocos, tienen el corazón dispuesto para reconocerlo. ¿ESTAREMOS ENTRE LOS POCOS?.....
¡Hasta la próxima semana! Que Dios lo bendiga.
Jorge García
Iglesia Cristiana Evangélica
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