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» Este artículo corresponde a la Edición del martes, 04/may/2021 de La Auténtica Defensa.

Motivación:
Cosa de tontos
Por Claudio Valerio







Claudio Valerio

Según lo escrito en Eclesiastés, "el número de los tontos es infinito"...

Ser tonto pertinaz es pecado, porque Dios les da la gracia a todos para usar bien su inteligencia y el tonto es tonto porque rechaza esa gracia.

Los tontos, aunque no lo digan, creen que el Dios verdadero no existe. Tienen sus dioses.

El tonto se pone serio sólo si tiene miedo y en ese caso es más tonto todavía.

El tonto carece de sensibilidad para percibir la esencia del cristianismo, la grandeza de lo sublime, la belleza poética, los matices sutiles. Le falta cualquier otra forma de elevación del alma.

El tonto no puede creer verdaderamente en el Divino Redentor porque no puede ni considerar el misterio infinito de la Encarnación de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad con dos naturalezas, la divina y la humana, ni entenderá nunca las innumerables formas de santidad de los santos, menos aún la de los santos guerreros. A lo más que llegan es a una visión sensiblera y fugaz de Nuestro Señor y de los santos, vacía de doctrina.

El tonto es cruel con el que es más tonto. En general, es malo; y, si son malos, son peores.

El tonto se aburre de pensar y aburre a quienes lo rodean, a no ser a los otros tontos.

El tonto va donde van todos los tontos, carece de personalidad para llegar a sus propias conclusiones y del coraje necesario para ser independiente de los más fuertes.

El tonto teme mucho el "qué dirán".

Alguien puede ser un gran científico en alguna especialidad sin dejar de ser tonto. El saber mucho de un tema no quita la tontera porque ésta consiste en negarse a juzgar según la realidad del Ser en su totalidad.

El tonto es egoísta inmediatista, incapaz de ver y querer el bien común, de tener una visión universal de las cosas y de prever lo que puede llevarlo a su propia ruina.

El tonto es presa fácil del astuto.

El tonto es testarudo para sostener el error y reacio para aceptar cualquier crítica razonable.

El que trata de convencer a un tonto de algo bueno y verdadero –además de las otras formas de ser tonto-, también es tonto porque no se da cuenta de que eso es imposible.

El tonto puede ser astuto por su interés, pero no inteligente.

El tonto se siente fuerte porque sabe que está rodeado y protegido por muchos tontos.

El tonto prefiere que le mientan antes que oír verdades que le obliguen a pensar.

Los tontos ensoberbecidos les hacen creer a los otros tontos cualquier cosa que quieran hacerles creer.

Los tontos son tontos porque quieren.

Los tontos son desagradecidos. Los tontos no saben lo que es el honor y por lo tanto, no lo tienen… En general los tontos son ignorantes.

Lo que decide una mayoría de tontos es ley en las democracias.

Yo no puedo tirar la primera piedra a un tonto en particular porque me comprenden las generales de la ley, pertenezco, por lo menos, a la clase de tontos que menciono en el párrafo anterior.

El malo descansa de su maldad, el tonto, jamás (Unamuno)




Claudio Valerio - © Valerius - valerius@fibertel.com.ar


 
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